PRIMERA LECTURA
LA CONCEPCIÓN
SEMÁNTICA DE LA VERDAD Y LOS FUNDAMENTOS DE LA SEMÁNTICA
Alfred Tarski
1. Preámbulo
La semántica es la ciencia que se ocupa de las
relaciones entre las expresiones de un lenguaje dado y los objetos a los que se
refieren dichas expresiones. Se busca una definición materialmente adecuada y
formalmente correcta para evitar ambigüedades. Lo que Tarski propone, es lograr una
definición satisfactoria de la verdad. Para ello deberá confrontar con ciertos
problemas. En primer lugar Tarski sostiene que la palabra "verdad" no
es inequívoca, y propone respetar la lógica clásica; tal como sostiene en su
"Metafísica" Aristóteles: “Decir de lo que no es que es, o de lo que
es que no es, es falso; y decir de lo que es que es, y de lo que no es que no
es, es verdadero; de suerte que el que dice que algo es o que no es, dirá
verdad o mentira” (Mtf., IV, 7)
Definida de este modo, la verdad es un
atributo que lleva una expresión dada en relación con el objeto al que se
refiere; en otras palabras, y tal como la semántica moderna lo concibe, es una
cualidad propia de la relación entre una afirmación y el estado de cosas
referida por ésta. De este modo damos con un problema fundamental que tanto la
lógica presentada por Aristóteles como la semántica moderna, no resuelve. En
"Metafísica" es bastante engorroso el estudio de la segunda parte de
la relación; pues jamás se deja bien en claro que es un objeto; y si estudiamos
a la semántica moderna (sin incluir a Tarski) nada sabremos sobre qué es lo que
quiere decir con estado de cosas.
Todas las formas de presentar la
verdad, anterior a Tarski, entendían que la diferencia de nivel dada entre una
expresión y el objeto referido por esta expresión, también se constituía en la
distancia generada entre el lenguaje y una realidad empírica totalmente externa
a éste y, por lo tanto, imposible de reducir a símbolos o términos, no sólo del
lenguaje que definía a la semántica, sino que imposible de reducir a símbolos o
términos de lenguaje alguno.
Tal como Tarski propone la definición
de la verdad, no se desliga de la tarea de definir que es un objeto o un estado
de cosas, sino que solamente se desprende de la realidad externa que todos los
tratados sobre la verdad anteriores tomaron como parte material sobre la que se
aplicaba su semántica. Concretamente, Tarski, respeta todos los principios de
la lógica propuesta por Aristóteles, sólo que a estos principios, al eximirlos
de una "realidad empírica", los libera de cuestiones
ontológico-metafísicas.
Adecuación material
El problema principal a desarrollar y
solucionar por Tarski consiste en el logro de una definición satisfactoria de
la verdad, que sea materialmente adecuada y formalmente correcta. Con respecto
al predicado "verdadero", lo que Tarski considerará conveniente es
aplicar dicho término a las oraciones (lo que en gramática se llama oración declarativa).
A partir de ello, se relacionará la noción de verdad, junto con la de oración,
a un lenguaje específico.
Del mismo modo, la definición que el
autor propone alcanzar requiere de una adecuación material. Para ello parte del
ejemplo dado por la oración "la nieve es blanca", para arribar a la
equivalencia que significa decir: "La oración la nieve es blanca es
verdadera si, y sólo si, la nieve es blanca".
Desde allí, Tarski distingue dos
miembros que componen a la mencionada equivalencia, y distingue cómo la oración
"la nieve es blanca" aparece con comillas en el primero de ellos, y
sin ellas en el segundo; es decir, en el primero tenemos el nombre de la
oración, y en el segundo a la oración misma. Por consiguiente, para poder decir
algo acerca de una oración debemos usar el nombre de ella y no a la oración
misma.
Al generalizar el procedimiento utilizado,
se puede reemplazar una oración arbitraria por la letra "p". Luego de
formar el nombre de dicha oración, podemos reemplazar ésta por otra letra, como
"X". Al preguntarnos cuál es la relación lógica entre las dos
oraciones "X es verdadera" y "p", se sigue la siguiente
equivalencia: X es verdadera si, y sólo si, p. Se llamará "equivalencia de
la forma (T)" a toda equivalencia de esta clase (en la que "p"
sea reemplazada por cualquier oración del lenguaje a que se refiere la palabra
"verdadero", y "X" sea reemplazada por un nombre de esta
oración).
El término "verdadero" se
usará de manera tal que puedan enunciarse todas las equivalencias de la forma
(T), y se llamará "adecuada" a una definición de la verdad si de ella
se siguen todas estas equivalencias. Toda equivalencia de la forma (T),
obtenida reemplazando "p" por una oración particular, y "X"
por un nombre de esta oración, puede considerarse una definición parcial de la
verdad. La definición general debe ser, en cierto sentido, una conjunción lógica
de todas estas definiciones parciales.
Tarski propone, así, el
nombre de "concepción semántica de la verdad" para designar la
concepción de la verdad así expuesta. La semántica es una disciplina que se
ocupa de ciertas relaciones entre las expresiones de un lenguaje y los objetos (o
“estados de hecho”) a que se "refieren" esas expresiones, así como lo
hacen las palabras designación, satisfacción, y definición. Pero la palabra
"verdadero" posee una naturaleza lógica diferente, ya que expresa una
propiedad de ciertas expresiones, de oraciones. Resulta que la manera más
simple y natural de obtener una definición exacta de verdad es la que acarrea
el uso de otras nociones semánticas, como la noción de satisfacción. Por ello
Tarski incluye el concepto de verdad entre los conceptos semánticos, porque el
problema de definir la verdad resulta estar estrechamente vinculado con el
problema más general de echar los fundamentos de la semántica teórica.
Para especificar la estructura de un
lenguaje se tiene que caracterizar inequívocamente la clase de las palabras o
expresiones que van a ser significativas.
Se indicarán todas las palabras que se hayan decidido usar sin definirlas
("términos indefinidos"); y se deberán dar las llamadas reglas de
definición para introducir términos definidos o nuevos. Se establecerán también
criterios que permitan distinguir, dentro de la clase de expresiones, aquellas
que llamaremos "oraciones". Por último se deberán formular las
condiciones en que puede afirmarse una oración del lenguaje. En particular, se
indicarán todos los axiomas, es decir, las oraciones que hayamos decidido
afirmar sin prueba; y se darán las reglas de inferencia mediante las cuales se
pueden deducir nuevas oraciones afirmadas a partir de otras oraciones afirmadas
previamente.
Si, especificado el lenguaje, nos
referimos exclusivamente a la forma de las expresiones que comprenden, se dirá
que el lenguaje está formalizado. En tal lenguaje, los teoremas son las únicas
oraciones que pueden afirmarse. Ello es lo que permite que el problema de la
definición de la verdad adquiera un significado preciso y pueda resolverse en
forma adecuada. La aproximación consiste en reemplazar un lenguaje natural por
otro cuya estructura se especifica exactamente, y que difiere del lenguaje dado
"tan poco como sea posible".
La antinomia del mentiroso
La antinomia del mentiroso no es
desdeñada por Tarski, y le reconoce su importancia. De acuerdo a ella, la
antinomia genera un absurdo que obliga a afirmar una oración falsa; es decir,
se llega a la presencia de una contradicción. Así, y en relación a su texto, él
considera la oración siguiente: la oración impresa en la página 13, línea 9 de
este trabajo, no es verdadera.
Tras reemplazar la oración por la
letra 's', se afirma la siguiente equivalencia:
1.
's' es verdadera si, y sólo si, la oración
impresa en la página 13, línea 9 de este trabajo, no es verdadera.
Teniendo presente el significado del símbolo 's',
se establece empíricamente el siguiente hecho:
(2) 's' es idéntica a la oración impresa en la página 13, línea 9 de este trabajo.
Al reemplazar la expresión 'la oración impresa en la página 41, línea 32 de este trabajo' por el símbolo 's', se obtiene lo que sigue:
(2) 's' es idéntica a la oración impresa en la página 13, línea 9 de este trabajo.
Al reemplazar la expresión 'la oración impresa en la página 41, línea 32 de este trabajo' por el símbolo 's', se obtiene lo que sigue:
- "'s' es verdadera si, y sólo si, 's' no
es verdadera".
Tarski analiza los presupuestos que conducen a la
antinomia del mentiroso y señala que:
I. El lenguaje en que se construye la antinomia contiene las expresiones y los nombres de estas expresiones, así como términos semánticos tales como el término "verdadero". También se ha supuesto que todas las oraciones que determinan el uso adecuado de este término pueden afirmarse en el lenguaje. Un lenguaje que goza de estas propiedades se llamará "semánticamente cerrado".
I. El lenguaje en que se construye la antinomia contiene las expresiones y los nombres de estas expresiones, así como términos semánticos tales como el término "verdadero". También se ha supuesto que todas las oraciones que determinan el uso adecuado de este término pueden afirmarse en el lenguaje. Un lenguaje que goza de estas propiedades se llamará "semánticamente cerrado".
II. En este lenguaje valen las leyes ordinarias de la lógica.
III. Podemos formular y afirmar en nuestro lenguaje una premisa empírica, tal como el enunciado (2). Se demuestra que las suposiciones (I) (II) son esenciales, y que debemos rechazar al menos una de ellas. Se considerará la posibilidad de rechazar la suposición (I), y se decidirá no usar lenguaje alguno que sea semánticamente cerrado en el sentido dado anteriormente.
Por ello es que se deberá usar dos lenguajes diferentes al tratar el
problema de la definición de la verdad y, en general, todos los problemas
semánticos. El primero de ellos es el lenguaje acerca del que "se
habla"; el segundo es el lenguaje en que "hablamos acerca del"
primer lenguaje, y en cuyos términos deseamos, en particular, construir la
definición de verdad para el primer lenguaje. El primer lenguaje se denominará
lenguaje objeto y el segundo metalenguaje.
Metalenguaje y lenguaje-objeto
La definición de la verdad, y todas
las equivalencias implicadas por ella, han de formularse en el metalenguaje, y
toda oración que figure en el lenguaje-objeto también debe figurar en el
metalenguaje; es decir, el metalenguaje debe contener al lenguaje-objeto como
parte de él. El metalenguaje debe tener la riqueza suficiente para dar la
posibilidad de construir un nombre para cada una de las frases del lenguaje
objeto, y debe contener términos de carácter lógico general, tal como la
expresión 'si y sólo si".
Lo que se desea es que los términos
semánticos (referentes al lenguaje-objeto) se introduzcan en el metalenguaje
sólo por definición. Satisfecho este postulado, la definición de la verdad
cumplirá lo que se espera intuitivamente de toda definición.; es decir,
explicará el significado del término que se define en términos cuyos
significados parecen completamente claros e inequívocos.
Riqueza esencial
La condición para que el metalenguaje
sea "esencialmente más rico" que el lenguaje-objeto es que contenga
variables de un tipo lógico superior al de las del lenguaje-objeto. Si no se cumple
la condición de "riqueza esencial", usualmente puede demostrarse que
es posible formular una interpretación del metalenguaje en el lenguaje-objeto.
La condición de "riqueza esencial" es necesaria para que sea posible
dar una definición satisfactoria de la verdad en el metalenguaje. Por ello, se
debe incluir el término 'verdadero', o algún otro término semántico, en la
lista de los términos indefinidos del metalenguaje, expresando las propiedades
fundamentales de la noción de verdad en una serie de axiomas.
La condición de 'riqueza esencial'
del metalenguaje resulta ser, no sólo necesaria, sino también suficiente para
construir una definición satisfactoria de la verdad; si el metalenguaje
satisface esta condición, en él puede definirse la noción de verdad.
Un esbozo
Tarski manifiesta que una definición
de verdad se puede obtener partiendo de otra noción semántica, la noción de
satisfacción. La satisfacción, es una relación entre objetos arbitrarios y
expresiones denominadas “funciones predicativas”, tales como: “x es blanca”, “x
es mayor que y”, etc. Su estructura formal se parece a las oraciones y pueden
tener variables libres (como la “x” y la “y” en “x es mayor que y”) que no
aparecen en las oraciones.
Al definir la noción de una función
predicativa en un lenguaje formalizado se aplica por regla general lo que se
denominada “procedimiento recursivo”, es decir, primero lasa funciones
predicativas luego se pasa a indicar las operaciones por medio de las funciones
compuestas, partiendo de las más simples. En cuanto a la noción de
satisfacción, Tarski intenta definirla manifestando que algunos objetos dados
satisfacen una función dada si esta se convierte en una oración verdadera al
sustituir la variable libre que aparece en ella con el nombre de un objeto
dado. Ejemplo, “X es blanca”, puesto que la nieve es blanca es verdadera. Sin
embargo, no se puede contar con este método ya que el objetivo es utilizar la
noción de satisfacción para definir la verdad. Para lograr una definición de
satisfacción es aconsejable aplicar un nuevo procedimiento recursivo, yendo de
lo más simple a lo complejo. Es decir, “x es mayor que y o x es igual a y” si
satisface por lo menos una de sus funciones “x es mayor que y” o “x es igual a
y”.
Una vez obtenido la definición de
satisfacción, también se aplica automáticamente a las funciones predicativas
especiales que no contienen variables libres. Tarski, se este modo llega a la
definición de verdad y falsedad diciendo que una oración es verdadera si todos
los objetos la satisfacen y es falsa si ningún objeto la satisface.
Consecuencias
En primer lugar, la definición es
formalmente correcta y materialmente adecuada y para que se dé la adecuación
material de la definición determinan únicamente la extensión del término
“verdadero”. Por lo tanto, cada definición de verdad que sea materialmente adecuada
será necesariamente equivalente a la ya construida. La concepción semántica de
la verdad no nos ofrece, la posibilidad de elegir entre distintas definiciones
de esta noción que no sean equivalentes entre sí.
Tarski asegura que se puede deducir
de esta definición varias leyes de naturaleza general. Se puede probar con su
ayuda la ley de la contradicción y la
del tercio excluso, características
de la concepción Aristotélica de la verdad. Tarski asegura que se pueden
obtener resultados importantes aplicando la teoría de la verdad a los lenguajes
formalizados de una clase muy extensa de disciplinas matemáticas, quedan
excluidas solamente las disciplinas de carácter elemental.
Desenvolvimiento en otras nociones
semánticas
La noción de verdad se puede hacer
extensiva a otras nociones semánticas, por ejemplo, a la noción de
satisfacción, y a las nociones de designación
y definición. Cada uno de estas nociones puede analizar siguiendo las
pautas marcadas al analizar la noción de verdad, estableciéndose criterios para
una utilización adecuada. Se muestra que cada una de las nociones, cuanto se
utiliza en un lenguaje semánticamente cerrado, según esos criterios, lleva
necesariamente a una contradicción; se hace indispensable contar con una
distinción entre lenguaje objeto y metalenguaje; y la “riqueza esencial” del
metalenguaje parece en cada caso ser
condición suficiente para una definición satisfactoria de la noción
implicada. Otras nociones a estudiar son la sinonimia y el significado.
Tarski plantea también el desarrollo
de una semántica general aplicable a una clase extensa de lenguajes objetivos,
los mismos que plantean nuevas dificultades a este respecto que no se podrán
tratar aquí, señala que el método axiomático es el más apropiado para el
tratamiento de este problema.
3. OBSERVACIONES POLÉMICAS
¿Cuál es la concepción correcta de la verdad?
Tarski ignora lo que está en juego en
estas disputas porque considera que el tema es tan vago que no es posible
encontrar una solución definitiva. En la mayoría de los casos el tema se ha
usado desde el punto de vista místico, basado en la creencia para quienes tiene
un único significado “real”, considerando que sólo esa es concepción correcta.
En lugar de hacer uso de una terminología científica se hace uso del lenguaje común y discusiones que carecen
de sentido y por lo tanto estériles.
Tarski propone que se debería
reconciliar y optar no con un solo concepto sino con varios denotados en una
sola palabra, utilizando términos diferentes y realizar un estudio detallado y
sistemático de todos los conceptos. Sugiere un congreso de “teóricos de la
verdad” para reservar la palabra “verdadera” o cambiarla por “ferdadero” para
concepciones que aquí se discuten.
Tarski cree que todas las objeciones
que se han planteado no se refieren a la noción de la verdad que ha propuesto,
sino a la concepción semántica de la verdad en general, se refiere, en
concreto, a aquellas objeciones que se ocupan de la corrección formal de la
definición.
Como ejemplo típico cita en sustancia
una de estas objeciones. Al formular la definición usamos necesariamente
conectivas proposicionales, es decir, expresiones tales como “si..., entonces”,
“o”, etc. Ellas aparecen en el definiens; y una de ellas, a saber, la frase
“si, y sólo si”, se emplea comúnmente para combinar el definiendum con el
definiens. Sin embargo, es bien sabido que el significado de las conectivas
proposicionales se explica en lógica con ayuda de las palabras “verdadero” y
“falso”; por ejemplo, decimos que una equivalencia, es decir, un enunciado de
la forma “p si, y sólo si, q”, es verdadero si sus dos miembros - esto es, las
oraciones representadas por “p” y “q” - son verdaderos, o son falsos. Por lo
tanto, la definición de la verdad implica un círculo vicioso.
Sin duda, un desarrollo estrictamente
deductivo de la lógica es precedido a menudo por ciertas declaraciones que
explican en qué condiciones se consideran verdaderas o falsas oraciones de la
forma “si p, entonces q”, etc. Sin embargo, esas declaraciones están fuera del
sistema de la lógica, y no debieran considerarse como definiciones de los
términos en cuestión. No se formulan en el lenguaje del sistema, sino que
constituyen consecuencias especiales de la de definición de la verdad que se da
en el metalenguaje. Más aún, esas declaraciones no influyen de manera alguna el
desarrollo deductivo de la lógica. Pues en tal desarrollo no tratamos la
cuestión de si una oración dada es verdadera: sólo nos interesa el problema de
si es comprobable.
En cambio, desde el momento en que
nos encontramos dentro del sistema deductivo de la lógica - o de cualquier
disciplina basada sobre la lógica, tal como la semántica - tratamos las
conectivas proposicionales como términos indefinidos, o bien las definimos mediante
otras conectivas proposicionales, pero nunca mediante términos semánticos tales
como ‘verdadero’ o ‘falso’. Por ejemplo, si convenimos en considerar las
expresiones ‘no’ y ‘si..., entonces’ (y posiblemente también ‘si y sólo si’)
como términos indefinidos, podemos definir ‘o’ diciendo que una oración de la
forma ‘p o q’ es equivalente a la oración correspondiente de la forma ‘si no p,
entonces q’. La definición puede formularse, por ejemplo, de la manera
siguiente:
(p o q) si, y sólo si (si no p, entonces
q).
Obviamente, esta definición no
contiene términos semánticos. Se confunde también el uso del esquema (T) con la
definición de verdad.
Objeta a esta presunta definición que
está afectada de una “brevedad inadmisible, es decir, incompletilud”, que “no
nos da un medio para decidir si por “equivalencia” se entiende una relación
lógico-formal, o bien no lógica y también estructuralmente no descriptible”.
Para eliminar este “defecto” sugiere completar (T) de una de las dos maneras
siguientes:
(T’) X es verdadera si, y sólo si, p
es verdadera.
(T’’) X es verdadera si, y sólo si,
se da p (es decir, si ocurre lo que declara p).
En general, todo el argumento se
funda sobre una obvia confusión entre oraciones y sus nombres. Baste señalar
que - a diferencia de (T) - los esquemas (T’) y (T’’) no dan ninguna expresión
significativa si en ellos sustituimos ‘p’ por una oración; pues las oraciones
‘p es verdadera’ y ‘se da p’ (es decir, ‘lo que declara p ocurre’) pierden
significado si se reemplaza ‘p’ por una oración, y no por el nombre de una
oración.
Tarski por otro lado ha insistido en
que el término ‘verdadero’, en el sentido semántico, puede eliminarse, y que por esta razón la
concepción semántica de la verdad es del todo estéril e inútil. Y, puesto que
las mismas consideraciones se aplican a otras nociones semánticas, se ha sacado
la conclusión de que la semántica en su conjunto es un juego puramente verbal
y, en el mejor de los casos, sólo un pasatiempo inofensivo. No es tan simple.
No siempre puede efectuarse esta clase de eliminación. No puede hacerse en el
caso de los enunciados universales que expresan el hecho de que todos los
enunciados de cierto tipo son verdaderos, o que todas las oraciones verdaderas
tienen cierta propiedad. Por ejemplo, en la teoría de la verdad podemos probar
el siguiente enunciado:
Todas las consecuencias de las oraciones verdaderas son verdaderas.
Sin embargo, no podemos librarnos en este caso
de la palabra ‘verdadera’ en la forma sencilla que se ha puesto. Es más, es
difícil desprenderse de la forma “X es verdadero” si aparece en una forma que
no permita reconstruir la oración misma. En la siguiente oración no se puede
eliminar la palabra “verdadero”:
La primera oración que escribió Platón es verdadera.
Tarski está de acuerdo con aquellos
que presentan innovaciones creativas en la ciencia por medio de definiciones.
Conformidad de la concepción semántica de la verdad
Tarski manifiesta que concepción
semántica de la verdad puede considerarse como una forma precisa de la vieja
concepción clásica de eta noción. Manifiesta que la única forma de resolver el
problema sería confrontar a los autores de aquellos enunciados con su nueva
formulación y preguntar si ella concuerda con sus intenciones. No se logró este cometido porque murieron
muchos de los autores.
Tarski expresa su duda acerca de si
la concepción semántica refleja la noción de verdad en su uso vulgar y
cotidiano. Se da cuenta que el sentido vulgar de la palabra “verdadero” es
hasta cierto punto vago, y que su uso es más o menos fluctuante. Por lo tanto,
el problema de asignarle a esta palabra un significado fijo y exacto queda
relativamente poco especificado, y toda solución de este problema implica
necesariamente cierta desviación respecto de la práctica del lenguaje
cotidiano. Cree que la concepción semántica es de uso vulgar, aunque admite
dudas y prefiere resolverlo científicamente con la ayuda del método estadístico
de la encuesta.
En cuanto a la definición en relación
con el problema filosófico de la verdad, Tarski dice, que la definición formal
no tiene nada que ver con el “problema filosófico de la verdad”; aunque nadie
ha aclarado en qué consiste este problema. En realidad, la definición semántica
de la verdad nada implica respecto de las condiciones en que puede afirmarse
una oración tal como (1),
La nieve es blanca.
Sólo implica que, siempre que
afirmamos o rechazamos esta oración, debemos estar listos para afirmar o rechazar
la oración correlacionada (2),
La oración ‘la nieve es blanca’ es verdadera.
De este modo acepta la concepción
semántica de la verdad son abandonar la actitud gnoseológica; la concepción
semántica es completamente neutral respecto de todas esas posiciones.
Tarski en segundo lugar trata de
obtener más información respecto a la concepción de la verdad que en opinión
del autor de la objeción no envuelva a la lógica en el más ingenuo de los
realismos. Dice que esta concepción debe ser incompatible con la semántica. Por
ejemplo, deben haber oraciones que son verdaderas en una de estas concepciones
sin ser verdaderas en la otra. Por ejemplo, la oración (1) es de esta clase. La
verdad de esta oración es determinada, en la concepción semántica, por una
equivalencia de la forma (T):
La oración ‘la nieve es blanca’ es verdadera si, y sólo si, la nieve es
blanca.
Por consiguiente, en la nueva
concepción debemos rechazar esta equivalencia, y por lo tanto, debemos aceptar
su negación: La oración ‘la nieve es blanca’ es verdadera si, y sólo si, la
nieve no es blanca (o quizá, la nieve no es, de hecho, blanca). Esto suena a
paradoja. No lo considera absurda, pero teme que alguien en el futuro pueda
acusarla de envolver a la lógica en un “irrealismo extremadamente artificioso”.
Tarski habla de elementos metafísicos
relacionados a la concepción semántica de la verdad y se interesa cómo está
implicada en el tema. Por desgracia el término “metafísico” ha perdido su
objetividad y se utiliza solamente con cierto desdén filosófico profesional. Para
unos es una teoría general de los objetos (ontología), disciplina puramente
empírico y que se diferencia de otras ciencias empíricas por su generalidad y
apenas tiene que ver con la semántica. El término ‘metafísico’ se usa como
directamente opuesto - en uno u otro sentido - al término “empírico”.
Esta concepción general de la
metafísica toma varias formas más específicas.
Por ejemplo, algunos consideran que
es sintomático de la presencia de un elemento metafísico en una ciencia cuando
se emplean métodos de investigación que no son deductivos ni empíricos. Pero en
el desarrollo de la semántica no pueden encontrarse vestigios de este síntoma
(a menos que estén envueltos algunos elementos metafísicos en el
lenguaje-objeto a que se refieren las nociones semánticas). En particular, la
semántica de los lenguajes formalizados se construye de manera puramente
deductiva. En conclusión, el término “metafísico” se usa en sentido tan amplio
que abarca ciertas nociones de la lógica, de la matemática o de las ciencias
empíricas, se aplica a fortiori a aquellas de la semántica.
La aplicabilidad de la semántica a las ciencias empíricas especiales
Tarski expresa sus dudas en la
aplicabilidad de la semántica al campo de las ciencias empíricas, y a las
ciencias específicas o a la metodología general en este campo. Cree que es
posible calmar sus dudas, y que no carece de fundamento cierto optimismo. Para
ello subraya dos puntos importantes: primero, el desarrollo de una teoría que formula una definición precisa de una
noción y establece sus propiedades generales provee, eo ipso, de una base más
firme para todas las discusiones en que se halle envuelta dicha noción; por
esto, no puede ser indiferente para nadie que use esa noción y desee hacerlo de
manera consciente y coherente. En segundo lugar, las nociones semánticas están
de hecho comprendidas en varias ramas de la ciencia, y en particular de la
ciencia empírica.
En la psicología, la sociología y prácticamente
en todas las humanidades están envueltas, en mayor o menor grado, nociones
semánticas. El dominio más natural y promisorio para la aplicación de la
semántica teórica es, claramente, la lingüística, esto es, el estudio empírico
de los lenguajes naturales. Ciertas partes de esta ciencia se llaman incluso
“semántica”, a veces con un calificativo. Ocasionalmente se le da este nombre a
ese trozo de la gramática que intenta clasificar todas las palabras de un
lenguaje en partes de la oración, según lo que significan o designan las
palabras. A veces se llama “semántica histórica” el estudio de la evolución de
los significados en el desarrollo histórico de un lenguaje. En general, la
totalidad de las investigaciones sobre relaciones semánticas que figuran en un
lenguaje natural se denomina “semántica descriptiva”. La relación entre la
semántica teórica y la descriptiva es análoga a la que existe entre la física
teórica y la experimental; el papel que desempeñan los lenguajes formalizados
en la semántica puede compararse grosso modo al de los sistemas aislados en
física.
Aplicabilidad a la metodología
Para Tarski otro campo importante es
la metodología de la ciencia ya que el estudio de un lenguaje científico
constituye una parte esencial de la discusión metodológica de una ciencia. No
intenta usar la meotodología y la semántica para clarificar los términos
científicos puesto es está reservado a las ciencias que hacen uso dicho
términos, de ahí que la semántica pueda tener algo que ver con cualquier ciencia.
La cuestión es si la semántica es útil a la hora de resolver problemas
generales.
Uno de los problemas principales
consiste en establecer las condiciones en las que una teoría empírica o una
hipótesis deben ser aceptables. Esta noción de aceptabilidad debe relativizarse
puesto que lo que hoy puede ser aceptable y con el tiempo y desarrollo se
transforma en inaceptable.
Tarski manifiesta que la aceptabilidad
de una teoría depende de alguna manera de la verdad de sus enunciados, y que
por consiguiente un metodólogo, en sus intentos de precisar la noción de
aceptabilidad, puede esperar alguna ayuda de la teoría semántica de la verdad.
Por consiguiente, se pregunta: ¿Hay algún postulado que pueda imponerse
razonablemente a las teorías aceptables y que envuelva la noción de verdad? Y, se
pregunta si es razonable el siguiente postulado:
Una teoría aceptable no puede contener (o implicar) enunciado falso
alguno.
La respuesta es negativa, puesto lo
que hoy se acepta mañana será negativa, es también probable que la nueva teoría
sea incompatible con la anterior; por lo tanto se admite que una de las teorías
contiene proposiciones falsas, a pesar de que cada una de ellas haya sido
aceptada durante cierto tiempo.
A Tarski sin embargo le parece que
hay un importante postulado que puede imponerse razonablemente a las teorías
empíricas aceptables, y que envuelve la noción de verdad. Recordando que la
noción de aceptabilidad está dotada de un coeficiente temporal, le da a este
postulado la siguiente forma:
Tan pronto como logramos mostrar que una teoría empírica contiene (o
implica) frases falsas, ya no puede considerarse aceptable
Y hace la siguiente observación:
Todos concuerdan que una razón de
rechazo es la incoherencia: una teoría es insostenible si se logra deducir de
ella dos frases contradictorias. Pero existen métodos para mostrar que una
teoría dada incluye enunciados falsos. Algunos se fundan sobre propiedades
puramente lógicas de la teoría en cuestión; el método que acaba de tratar no es el único método de este tipo, pero es
el más simple y el que se aplica con mayor frecuencia en la práctica. Con ayuda
de ciertas suposiciones referentes a la verdad de los enunciados empíricos, se
puede obtener métodos que tienen la misma finalidad pero que no son de
naturaleza puramente lógica.
Aplicaciones de la semántica a la ciencia deductiva
Tarski refiere que es más complaciente
la aplicabilidad de la semántica a la matemática y a su metodología en
comparación a las ciencias empíricas. Más aún, aplicando el método semántico
podemos definir adecuadamente diversas nociones metamatemáticas de importancia
que hasta ahora se han usado solamente en forma intuitiva; tales la noción de
definibilidad o la de modelo de un sistema axiomático. De esta manera podemos
encarar un estudio sistemático de estas nociones. En particular, las
investigaciones sobre la definibilidad ya han producido algunos resultados
interesantes, y prometen más para el futuro.
Se ha tratado las aplicaciones de la
semántica a la metamatemática y no a la matemática propiamente dicha. Pero esta
distinción entre matemática y metamatemática no tiene gran importancia. Pues la
propia metamatemática es una disciplina deductiva y, por consiguiente, desde
cierto punto de vista, es parte de la matemática; y es bien sabido que - a
causa del carácter formal del método deductivo - los resultados que se obtienen
en una disciplina deductiva pueden extenderse automáticamente a cualquier otra
disciplina en que la disciplina dada encuentre una interpretación. Así, por
ejemplo, todos los resultados metamatemáticos pueden interpretarse como
resultados de la teoría de los números. Tampoco desde el punto de vista
práctico existe una nítida línea divisoria entre la metamatemática y la
matemática propiamente dicha; por ejemplo, las investigaciones sobre la
definibilidad podrían incluirse en cualquiera de estos dominios.
Resumen elaborado por Ernesto Vallejo Espinoza
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